El chajá
Cha-á... ja-á... Grito duro,
agrio, reseco, metálico,
como de indios en malón,
de gauchos corriendo el "pato";
pasa chairando su grito
que taja el silencio al campo
y, clavándose a lo lejos,
queda en el eco vibrando...
—Cuando atraviesa la noche,
es un sonoro relámpago—.
Poncho gris, golilla negra,
fino chambergo emplumado,
calzón muy corto y ceñido,
altas botas, lerdo el paso,
porte digno y majestuoso
de gran señor bien trajeado,
y con su aire distraído
es despierto y avisado.
Anida cerca del agua:
río, cañadón, bañado...
—unas ramas, pasto seco,
cuatro o cinco huevos blancos-
Caudillo de esos lugares
-como un patriarca de antaño—
donde protege a los suyos
y aún defiende otros pájaros
más pequeños o más débiles
con su valor bien probado.
-En dobles púas del ala,
le aflora el coraje gaucho—.
Se domestica muy fácil
y es un guardián apreciado.
Convive siempre en parejas
—iguales son hembra y macho—,
unidos por un amor
que es proverbial y ha forjado
la romántica leyenda
de que si uno muere, al cabo
el otro, en el mismo sitio,
muere también sohtario.
|