El gavilán (hoy Taguató)
Con su plumaje atigrado
que se oscurece en el lomo,
el gavilán pasa como
si anduviera preocupado.
Y en realidad se preocupa
—mientras un circulo cierra—,
pues va explorando la tierra
su ojo, que es potente lupa.
Lupa de frío cristal
con un brillo fiero y fuerte,
en donde acecha la Muerte
y hace su guiño fatal.
Con su instinto carnicero
dispuesto siempre al asalto,
se arroja desde lo alto
como un bólido certero.
Y arrebata por sorpresa
viboritas y ratones,
lagartijas y pichones:
todo, para él, buena presa.
En las aves de corral,
si la sombra de su vuelo
se proyecta sobre el suelo,
pone un grito gutural.
De un carraspeo muy largo
sus gargantas se resienten,
como si el miedo que sienten
tuviera un sabor amargo...
En su vuelo y en su traza
estaban ya, de antemano,
definidos aeroplano,
planeador y avión de caza.
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