La Gaviota (hoy Gaviota capucho café)
Como un pañuelo que flota
en el adiós de los puertos,
sobre los mares desiertos
pasa lenta una gaviota.
Pasa lenta en lontananza...
y deja, entre el mar y el cielo,
la viva V de su vuelo
una estela de añoranza.
Y con su presencia evoca
fríos, lejanos países,
playas desiertas y grises,
rompientes de brava roca.
Lleva sobre el blanco espuma
de su límpido plumaje,
un gris de nube y de bruma,
entonando en el paisaje.
Y su grito gutural
todo de erres erizado,
parece haberlo copiado
de las rompientes del mar.
Y sus patitas moradas,
mientras recoge una presa
a flor del agua suspensa,
le penden como quebradas.
También en la tierra avanza,
y su blanca nota alegra,
por contraste con la negra
de los campos de labranza.
Siguiendo en voraz bandada
de bullicioso concierto
el surco recién abierto,
expurga la tierra arada.
Pues su vecindad propicia
-que al navegante acompaña
y al labriego beneficia—
belleza y bondad entraña.
.........................
Gaviota que muchos días
de borrasca, en mi niñez,
horas y horas te admiré
rasar las olas bravias;
si te siento con cariño
y emoción, gaviota amada,
es porque estás vinculada
a mis recuerdos de niño.
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