El Hornero
Desde el alba a la oracióm
maese hornero trabaja,
amasando barro y paja
al ritmo de su canción.
Una canción y un ladrillo,
feliz su labor alterna,
que así sale firme y tierna
como un corazón sencillo.
Al par de su alfarería,
da en el límpido cristal
de su vibrante timbal,
con infantil alegría.
Que al realizar su tarea
exalta sus claros sones,
cual si a fuerza de canciones
moldeara el barro que emplea.
Privilegiada misión
de hacer una obra cantando,
que asi en ella van quedando
el alma y el corazón...
De modo que todo esfuerzo
se traduce en alegría,
y el trabajo es poesía,
pues cada afán es un verso.
Y como a su humilde casa
no puede poner cristales,
cristal de trinos triunfales
mezcla en el barro que amasa.
Aplicado y laborioso,
se identificó este obrero
con su oficio de alfarero,
y viste color terroso.
Parece, al hollar la grama
con esta prestancia grave,
un caballero que sabe
que lo contempla la dama.
Bajo su capa, la espada
que, que presionada en el pomo,
levanta la punta como
teniendo la capa alzada.
Nervioso, ágil, ufano,
con paso elástico ambula,
un paso más articula
lo mismo que un ser humano.
Al hombre se ha anticipado
en leyes de geometría,
de equilibrio, de armonía,
y en usar cemento armado.
Del rancho han sido modelo
su barro y su paja unidos;
y al superponer sus nidos
nos sugirió el rascacielo.
La casa de este arquitecto,
siempre orientada al sol:
por dentro es un caracol;
por fuera, un horno perfecto.
Y como a su humilde casa
no puede poner cristales,
cristal de trinos triunfales
mezcla en el barro que amasa.
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