El músico (hoy Tordo músico)
Usa ropa que, de nueva,
fue de color chocolate,
ya descolorida y mate
por el tiempo que la lleva.
El tono pardo que integra
su vestido humilde y tosco,
en la testa se hace fosco
y en la pechuga se alegra.
Y, alterando ese uniforme,
negros las patas, el pico
y el ojo vivaz y chico
que ahonda una ojera enorme.
Aunque por fuera revista
aspecto pobre y sencillo,
lleva su lujo y su brillo
por dentro, cual buen artista.
Cabal artista que sueña
ebrio de luz y emociones,
en las ricas variaciones
de su armónica pequeña.
Sueña con su nido agreste
de pluma y pasto mezclados,
con cinco huevos jaspeados,
de color rosa celeste.
(Aunque tampoco desecha
el nido que antes ha sido
de aves de otra especie, nido
que él repara y aprovecha).
Cómo traduce su canto
la alegría de las cosas
en mañanas luminosas
sobre la quietud del campo.
(El sol, horizontes vastos,
un árbol bruñido, el río,
lloro infantil del rocío
en la punta de los pastos...)
Y de la siesta al resol,
cuando el campo es una fragua,
la acequia desteje su agua
y él teje y desteje sol.
Que en el ágil caracol
de su garganta sonora,
vibra el sol desde la aurora
hasta el último arrebol.
Músico, músico al fin,
suena su fino instrumento
que, no obstante ser de viento,
algunos llaman violín.
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